OPINIÓN > Casciari tiene la culpa
- Por Rosana Forgas - En esta columna hemos abordado ya la importancia que lleva implícita la palabra como herramienta terapéutica, de vinculación literaria y de militancia política. En gran parte depende del buen uso que le demos, la obtención de los resultados que obtengamos en cualquier “negociación en mutuo beneficio”. Tan es así, que siempre deberíamos ser capaces de medir su capacidad de daño, antes de lanzarla sólo con pasaje de ida. Algunos, aquellos que nos sentimos abrazados por ella, estamos obligados a morir en el intento de mejorarla y nos obsesionamos con colocarla en el espacio justo, para que entre enterita y para que no sobre nada, ni una letra, en ocasiones, como una suerte de sastrería a medida. Los escribistas -audaz alquimia de los que nos balanceamos entre los géneros de periodista y de escritor y que en realidad soñamos con alcanzar la categoría de periodistas narrativos- sufrimos mucho el fantasma de la hoja en blanco, sobre todo los que contamos histor